En Bakú se vivieron dos carreras muy diferenciadas. Una liderada con puño de hierro por Vettel, y otra que totalmente diferente que empezó en la vuelta 39 con la entrada del ‘Safety Car’ debido al choque entre los dos Red Bull. La pelea injustificada entre los de Milton Keynes fue el detonador de un final apretado al sprint de tres giros en una auténtica pista de hielo debido a lo fríos que se habían quedado los compuestos tras un ‘Safety’ que alargó su estancia en pista tras un error incomprensible de Grosjean, que se fue al muro cuando era sexto mientras calentaba sus gomas. Ello dio via libre a Bottas, que aprovechó el safety para hacer su parada y veía como por sorpresa podría acabar la carrera llevando al límite los ultrablandos en las últimas vueltas. Pero en la relanzada empezó el lío. Vettel se fue largo en la primera curva en un intento de pasar a Bottas demasiado arriesgado. Se la jugó con todo y terminó perdiendo más de lo esperado, haciendo un plano en su neumático y viendo como Hamilton y Raikkonen le pasaban para colocarse cuarto. Vettel pasó así de ganar la carrera y ampliar su margen en la general a perder el liderato de forma cruel. Pero para cruel, lo de Bottas, que tuvo que abandonar al pisar un elemento aerodinámico que le generó un pinchazo. Y por fin, ahí estaba Lewis, preparado para levantar los puños arriba seis carreras después de su último triunfo.
Nada de lo que sucedió al final hubiera pasado sin la pelea ‘sin sentido’ de los dos Red Bull. Desde el inicio de la carrera, Ricciardo apretó a un Verstappen con menor ritmo y con problemas en la batería, pero el neerlandés, tan orgulloso como talentoso, le complicó demasiado las cosas a su compañero. Los tres intentos de adelantamiento que le hizo Ricciardo eran tan sólo una crónica de un final anunciado. En la vuelta 12 lo intentó en la curva 1 saliéndose de la aspiración del joven piloto, pero Max le devolvió la pasada de forma arriesgada por dentro tocando a Daniel. En la vuelta 27 volvieron a saltar chispas entre ambos en una maniobra igual en la que estuvieron a punto de tocarse. En el muro de Red Bull miraban con nervios y pasividad la lucha de sus dos pilotos. Y el no dar instrucciones de equipo, el no actuar, fue lo que ‘eliminó’ a los austríacos.